Trabajar como traductor o intérprete implica sumergirse en el mundo de los idiomas y la comunicación. Los traductores disfrutan de la flexibilidad al trabajar de forma independiente, enfrentándose a una amplia gama de proyectos, desde textos literarios hasta documentos técnicos. Utilizan herramientas tecnológicas para mejorar su eficiencia. Por otro lado, los intérpretes experimentan la emoción de la comunicación en tiempo real, interactuando directamente con personas en eventos, conferencias o reuniones. Ambas profesiones requieren habilidades precisas, adaptación constante a nuevas tecnologías.